Los que conocen la historia del peronismo, saben que Cámpora fue un personaje menor, caracterizado por su obsecuencia durante las primeras presidencias de Perón. [...] Una anécdota lo pinta de cuerpo entero. En una oportunidad, Perón le pregunta la hora, y “camporita” le responde: “La que usted quiera, general”. Por eso le decían “el mucamo”. Hugo del Carril contaba que, tras el golpe de estado de 1955, le tocó ser preso político en el sur junto a Cámpora y otros ex funcionarios del régimen depuesto. “Se quejaba y lloriqueaba todo el día. Decía que él no había hecho nada. Que el que manejaba todo era Perón. Los compañeros de prisión lo despreciábamos”
Cuando Lanusse convocó a elecciones generales para 1973, Perón seguía proscripto desde 1955. No podía ser candidato. Entonces, en una de sus típicas jugadas, anuncia que el candidato va a ser Cámpora, su delegado, su “mucamo”. Una muestra del espíritu burlón y “cachador” de criollo a veces taimado que tenía Perón. “Sigo proscripto, pero a esta elección la gano poniendo a cualquiera. Hasta con camporita les gano”. Fue la respuesta irónica a su proscripción.
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La duración del “camporismo” en el poder fue breve, agitada y tumultuosa. Duró apenas desde el 25 de mayo hasta el 20 de junio de ese año '73. En menos de un mes, Cámpora se limitó a hacer lo que le ordenaba la cúpula de Montoneros, y el país fue envuelto en el caos. Se liberaron los terroristas condenados por la Justicia, los que estaban procesados y delincuentes comunes, algunos con captura internacional como Francois Chiappe. Se produjeron las tomas y ocupaciones de universidades, colegios secundarios, emisoras radiales, canales de TV, oficinas públicas y estaciones de ferrocarril y micros. Se quemaron los prontuarios y archivos delictivos en la sede de la Policía Federal. Se hostigaba a dirigentes gremiales como José Ignacio Rucci, titular de la CGT, acusándolos de “burócratas sindicales”. Los atentados se sucedían día tras día.
Era “la patria socialista”. Habían llegado al poder. Especulaban con la precaria salud de Perón. “Al Viejo no le queda mucho de vida. Hay que atalonarse con Cámpora, que es el presidente. Perón es como la estampita de Ceferino Namuncurá. Nosotros somos la vanguardia revolucionaria, que llevará al socialismo”. Así lo decían en los documentos que hacían circular profusamente.
Pero, Perón no se conformaba con ser una estampita. Indignado, ordenó a Cámpora que viajara a Madrid, y allí lo sometió públicamente a humillantes castigos verbales delante de testigos: “¿Qué me ha hecho Cámpora? Me ha llenado el gobierno de p... y de zurdos. Esto es una vergüenza y una infamia”.
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Cámpora fue obligado por Perón a renunciar, y luego sería expulsado del Partido Justicialista por “traición”. El 6 de setiembre, Montoneros pasa a la clandestinidad. Triunfa en las elecciones del 23 de ese mes Perón con el 62 % de los votos y Montoneros asesina a Rucci el día 25. Continúa el accionar terrorista. Perón expulsa a columnas de la organización Montoneros de la Plaza de Mayo, tras calificarlos de “estúpidos, imberbes”. Montoneros comienza a operar coordinadamente con FAR y ERP. Todo un gran aparato subversivo, que no quiere elecciones, ni democracia, ni partidos burgueses. Buscan la toma del poder por la vía armada, para imponer el socialismo, porque como les enseñó Mao: “El poder nace del fusil”.
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Autor: Aníbal Hardy, ex diputado nacional formoseño.